Cosas que NUNCA debes decirle a tu hijo
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Las madres (o padres) siempre tenemos mil cosas que hacer al mismo tiempo. Mientras hacemos esas cosas en casa lo normal es que los hijos nos interrumpan mil veces con cualquier demanda o pregunta. Es posible que en un momento de agotamiento y sin darte cuenta, si estás haciendo algo en casa digas a tu hijo que se marche de la estancia donde te encuentras. En ocasiones se les dicen a los hijos cosas que cuando las pensamos, desearíamos no haberlas dicho nunca.
Es cierto que a veces, podemos decir cosas incorrectas a los hijos, y que éstos, se sientan heridos, confundidos e incluso, enfadados. Cuando esto ocurre, siempre hay que pedir perdón por el error cometido. Pero hay algunas cosas que deberás tener en cuenta par que NUNCA le digas a tus hijos, siempre (¡SIEMPRE!) habrá alternativas más amables que tus hijos sí se merecen.
Cuando se entere tu padre te vas a enterar
Esta frase puede ser con ‘padre’ o ‘madre’, pero en cualquier caso es totalmente desacertada. Con esta frase te estás desautorizando a ti mismo/a y le estás diciendo a tu hijo/a que no eres capaz de solventar los problemas ni de resolver el conflicto. Además, los niños pensarán que no es necesario escucharte porque no tienes la valía suficiente para ayudarles. Es una amenaza y una disciplina diluida (es decir, no sirve para nada a largo plazo). Para ser efectivo ante un problema deberás ocuparte de la situación de inmediato tú mismo.
La disciplina que se pospone hace que los niños entiendan que sus acciones realmente no tienen consecuencias y por tanto, no hay aprendizaje de cambio. Cuando el otro progenitor llegue a casa es probable que tu hijo haya olvidado lo que hizo mal, o que simplemente, ya no tenga el efecto emocional en él que sí lo hubiera tenido haberlo solucionado en el momento.
¿Tú quieres llorar hoy?
Las amenazas siempre son el resultado de la frustración de los padres y nunca son realmente efectivas. El problema es que tarde o temprano tendrás que cumplir con la amenaza o perderá todo su poder. Las amenazas son una forma ineficaz de cambiar el comportamiento, y cuánto más pequeño sea tu hijo más tardará en asimilar la información.
Los niños de dos años, por ejemplo, no tienen retención de memoria, o no al menos, la que te gustaría para que recordara que es lo que no tiene que volver a hacer. Por eso, hay una probabilidad del 80% de que cuando le reconduces para que no haga algo, lo vuelva a hacer un rato después.
En lugar de amenazar con que vas a hacer algo que realmente le hará llorar, tanto en niños pequeños como en los más grandes, es mejor que te centres en disciplinas que te aporten resultados seguros e inmediatos desde el principio. Es más eficaz desarrollar tácticas constructivas como reconducir, sacar al niño de la situación, tiempos de espera, etc.
No llores, pareces un bebé
Los niños deben llorar y decirle frases como: ‘No llores como un bebé’, puede hacerle mucho daño emocional. El llanto es una forma de expresar, exteriorizar y desahogar los sentimientos que no siempre se pueden decir con palabras. Decir a un niño que no llore, le estará diciendo que sus emociones no son válidas y que no está bien tener miedo, estar triste o asustado.
En lugar de negar a tu hijo que llore, es necesario que reconozcas su emoción. Para ello, deberás nombrar la emoción que está sintiendo tu hijo en ese momento y ayudarle a buscar las palabras que necesita para expresarse. Esto le ayudará a entender qué es ser empático y podrá serlo también en el futuro.
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