Consigue que tus hijos te escuchen y colaboren
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Cuando los hijos no “nos escuchan” o no nos hacen caso, puede ser totalmente desesperante. Pensamos que nos están faltando al respeto y que son unos desobedientes descarados. Todos los padres pensamos que si escuchasen e hiciesen las cosas a la primera, todo sería muchos más fácil: se acabarían los nervios y las amenazas en casa.
La realidad es que los niños pueden escucharte y colaborar sin necesidad de llegar a la violencia de ningún tipo. La mayoría de las veces, cuando los niños parece que no escuchan o que no hacen caso, es más una falta de comprensión de los adultos sobre cómo funciona su mente. El mundo adulto tiene expectativas demasiado altas y poco realistas sobre cómo deben funcionar los niños… y esto nos frustra y a ellos, les atormenta.
Claves para acabar con las luchas de poder con los hijos
Para acabar con las luchas de poder, es necesario ser consciente que existen alternativas. Solo hay que seguir algunas claves para conseguir que los hijos escuchen y colaboren sin necesidad de que aparezcan conflictos en el hogar. Toma nota.
Conectar con tu hijo
Si quieres que tu hijo te escuche, no importa la edad que tenga, siempre deberás conectar emocionalmente con él. No se trata de dar órdenes desde la cocina o dando una voz. Primero, debes conseguir que tu hijo se sienta seguro a tu lado y que sepa que eres el adulto de referencia. Sin gritos ni amenazas… porque si los hay, tu hijo entrará en estado de alerta, se bloqueará emocionalmente y no existirá esta conexión.
Todos estamos dispuestos a escuchar si sentimos que la persona que nos habla nos respeta y quiere lo mejor para nosotros. Es necesario que te acerques a tus hijos desde la calma y la empatía. También es fundamental validar sus emociones antes de intentar corregir su conducta o de darle una orden. Por ejemplo: “seguro que te estás divirtiendo mucho saltando en el sofá, pero es peligroso y es mejor que saltes en el suelo si prefieres seguir jugando a saltar”.
Reflexionar a su lado
Para que las reflexiones realmente queden interiorizadas en los hijos, es necesario que sean ellos quienes lleguen a las conclusiones que queremos transmitirles. En lugar de regañar (que no sirve para nada) es mejor ayudarle a reflexionar por sí mismo. Por ejemplo: “si sigues saltando en el sofá, ¿qué crees que puede pasarte?”.
Invitar a buscar soluciones
Cuando se ha dado el paso de la reflexión, se le puede invitar a buscar soluciones y si es necesario, nosotros podemos ayudarles a conseguirlo. Cuando, como padres negamos opciones, es fundamental darles alternativas para que así, poco a poco, puedan aprender a buscar soluciones ante las dificultades por ellos mismos.
Siempre que se les hace partícipes de la búsqueda de soluciones será más fácil que las lleven a cabo. Por ejemplo: “si no puedes saltar en el sofá, qué otras cosas puedes hacer para divertirte? ¿Qué otros juegos puedes hacer y que sean más seguros?».
Ser firme
Cuando se educa con disciplina positiva, no implica ser permisivos con los hijos, tampoco significa acabar cediendo a sus pretensiones. Educar con disciplina positiva implica poner límites y mantenerlos con firmeza y cariño al mismo tiempo.
En el momento en que se cede a las pretensiones del niño, la realidad es que sienten confusión y tú pierdes autoridad como figura de referencia. No es necesario gritar ni llegar a la violencia para mantener la autoridad. Simplemente, es necesario no cambiar las reglas establecidas, validar las emociones de los hijos y acompañarlos en el camino.
Repetir, repetir, repetir
Cualquier aprendizaje para consolidarse requiere de práctica y por tanto; de repetición. Tendrás que repetir la normas varias veces y es probable que al principio no las acepte y llore e intente negociar para que cambies de opinión.
Es fundamental que las normas establecidas se repitan en diferentes situaciones cotidianas para que los hijos se den cuenta que además de estar conectados con ellos, reflexionamos, les respetamos y somos firmes. Con el tiempo, será mucho más fácil que nuestros hijos nos escuchen y colaboren correctamente en cuanto entiendan las normas y peticiones.
Fomentar la autonomía
Para que los hijos colaboren es importante que seas consciente que no es lo mismo que obedecer a ciegas. Obedecer significa ser una persona sumisa, y eso no es lo que quieres para el desarrollo de su personalidad.
Con la disciplina positiva y las claves descritas los hijos se sienten validados, respetados y seguros emocionalmente. Aprenden a reflexionar, a respetar los límites y a buscar soluciones de manera activa. Es la mejor manera de aprender autorregulación sin que el adulto esté todo el tiempo encima para que haga las cosas bien.
Todo esto, también favorece un fuerte vínculo afectivo y una relación saludable emocionalmente entre progenitores e hijos, permitiendo que la familia tenga una buena cohesión y comunicación.
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