Causas de la depresión infantil

Solemos dar por sentado que los niños no se deprimen pero si le echamos un vistazo a las estadísticas veremos que 1 de cada 20 niños sufre de depresión antes de cumplir los 19 años. La depresión, como la mayoría de los trastornos psicológicos, es un problema multideterminado en el que confluyen diferentes causas, desde las características de personalidad hasta el estilo educativo e incluso la genética.

Causas de la depresión infantil

Herencia genética

Uno de los factores sobre el cual no se puede incidir son las características genéticas. De hecho, se conoce que alrededor del 50% de los casos de depresión infantil se pueden explicar por el factor genético. Se ha demostrado que los hijos de padres deprimidos tienen entre 3 y 6 veces más probabilidades de padecer depresión u otros trastornos como ansiedad o problemas de conducta durante la infancia.

Básicamente, lo que ocurre es que los padres les transmiten a sus hijos una información genética que los hace más vulnerables a las alteraciones emocionales. Sin embargo, la buena noticia es que el factor genético no es suficiente para que aparezca la depresión sino que debe entenderse como una mera predisposición. Para que el niño desarrolle un cuadro depresivo deben intervenir otros factores.

Peculiaridades socio-familiares

El entorno familiar y social en el que crece un niño es un factor clave para la aparición y el desarrollo de la depresión. De hecho, muchos especialistas están convencidos de que la depresión infantil es el resultado de una interacción escasa entre los padres y sus hijos. Según apuntan los resultados científicos más recientes, existen algunas características socio-familiares que propician la aparición de la depresión, como por ejemplo: los conflictos familiares, los problemas de comunicación, la violencia y la negligencia familiar.

Otros factores que pueden explicar la depresión infantil es la baja implicación paterna en la educación de los hijos y la sobreprotección por parte de la madre. Además, se conoce que los padres no solo transmiten su herencia genéticamente sino también a través de sus comportamientos y actitudes. La depresión puede ser un comportamiento aprendido, una forma desadaptativa de lidiar con los problemas.

Percepción negativa de sí mismo y del mundo

Otro de los factores que recientemente se ha comenzado a vincular con la depresión infantil es la percepción negativa que los niños pueden tener. Según el modelo cognitivo de Beck, la depresión se instaura a partir de la visión negativa que el niño tiene sobre sí mismo, su entorno y su futuro. El niño deprimido suele tener pensamientos del tipo: “no soy lo suficientemente bueno”, “mis amigos me rechazan” o “nunca podré lograr lo que quiero”. Esta forma de pensar lacera su autoestima y autovaloración, abriendo las puertas para que se instaure un cuadro depresivo.

Por otra parte, según el modelo de indefensión aprendida de Seligman, la depresión infantil surge cuando el niño se siente indefenso ante una serie de situaciones que no puede controlar. Esta sensación provoca los síntomas deficitarios en el plano motivacional, cognitivo y emocional. Sin embargo, ambos modelos explicativos coinciden en el hecho de que la depresión es el resultado de una serie de creencias y/o sentimientos negativos y erróneos, ya sea sobre sus capacidades o sobre el mundo.

Eventos estresantes

El estrés también ataca a los niños y puede propiciar la aparición de un cuadro depresivo. De hecho, los especialistas señalan que el estrés es una de las causas más frecuentes de la depresión infantil. Eventos como la separación de los padres, la muerte de un ser querido, el acoso escolar o tener que estar separado de una persona significativa pueden desencadenar los síntomas depresivos.

Por supuesto, el impacto de un evento dependerá en gran medida de la edad del niño y de cómo los adultos que se encuentran a su alrededor manejan esta situación. Si se trata de un problema que ejerce un fuerte impacto emocional y el niño se siente solo, aumentan las probabilidades de que la depresión siente casa.