El cansancio y la poca paciencia pueden causar ansiedad en los hijos
La falta de paciencia puede repercutir en el desarrollo de tus hijos
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Los tiempos modernos nos obligan a correr, a asumir nuevas responsabilidades laborales, acudir a los compromisos sociales y, por supuesto, realizar las tareas del hogar y cuidar a los niños. Sin embargo, llevar un ritmo de vida frenético no es bueno, ni para ti ni para tus hijos. Ese ritmo de vida genera estrés y ansiedad, por lo que terminarás siendo víctima del agotamiento y la irritabilidad. Además, ese estado suele dar paso a lo que algunos psicólogos han denominado “conductas parentales negativas”, las cuales lastran el desarrollo emocional de los niños provocando enfado y ansiedad.
La impaciencia de los padres genera una emotividad negativa en los niños
Investigadores de la Universidad Estatal de Oregón han descubierto un vínculo entre la impaciencia de los padres y el enfado infantil. Trabajaron con 361 familias estadounidenses de todo el país, y les pidieron a los padres adoptivos que rellenaran una serie de cuestionarios cuando los niños tenían 9, 18 y 27 meses de edad. También grabaron vídeos de los padres mientras se relacionaban con los niños en una serie de tareas estructuradas.
Así los investigadores apreciaron que cuando los padres adoptivos solían perder la paciencia ante las equivocaciones infantiles, los niños se mostraban más irritables, tenían más rabietas y eran más propensos, en sentido general, a experimentar estados de ánimo negativos.
Sin embargo, lo más interesante de este estudio fue que estos investigadores también analizaron a los padres biológicos de los niños y se dieron cuenta de que la genética no desempeñaba un papel muy importante en los comportamientos de los pequeños ya que cuando estos eran criados por padres relajados, atentos y cariñosos, la predisposición a la ansiedad y la ira se atenuaba considerablemente.
Esta investigación, que fue publicada en la revista Development and Psychopathology, desvela que la capacidad de los padres para gestionar adecuadamente sus emociones y controlar su comportamiento es fundamental para el desarrollo de los niños, más allá de cualquier impronta genética.
La ansiedad se transmite a través de la educación
En los últimos años también se han realizado diferentes estudios centrados en el mecanismo de transmisión de la ansiedad de padres a hijos. Una de las investigaciones más grandes fue llevada a cabo por investigadores del King’s College de Londres y se publicó recientemente en la American Journal of Psychiatry.
En este estudio se analizaron casi 900 familias británicas de adultos gemelos que habían tenido sus propios hijos. Los investigadores descubrieron que los niños se parecían mucho más a sus padres que a sus tíos (los gemelos de sus padres), lo cual indica que la ansiedad no solo tiene un componente genético sino también ambiental. Estos científicos están convencidos de que la ansiedad se transmite a través de la educación. De hecho, se ha apreciado que a partir de los tres meses de vida los bebés ya son capaces de captar los estados emocionales de sus padres y adaptarse a ellos respondiendo en consecuencia.
Por tanto, los niños podrían captar las preocupaciones y miedos de sus padres y terminar adoptándolos como propios. Por otra parte, no se debe olvidar que en muchos casos las conductas parentales negativas que se generan como resultado de la ansiedad pueden terminar provocando un apego inseguro en el niño, lo cual repercutirá en su forma de relacionarse con los demás y consigo mismo.
¿Cómo evitar que la ansiedad y el estrés pasen a tu hijo?
- Planifica un tiempo para el relax. Al igual que planificas en tu agenda las reuniones de trabajo y las actividades extraescolares de tu hijo, haz un hueco para que puedas relajarte. Será tiempo muy bien invertido.
- Recuerda que es tan solo un niño. Los niños cometen errores, estos forman parte del aprendizaje. No le regañes por ello, ayúdale a comprender dónde se ha equivocado y anímale a intentarlo de nuevo.
- Distribuye las tareas del hogar. Cada miembro del hogar debe contribuir a las tareas domésticas, de esta manera no estarás tan agobiada y tendrás más tiempo de calidad para dedicarle a tus hijos. Por tanto, asegúrate de distribuir bien las tareas e incluir a tus hijos, quienes a partir de los 3 años ya pueden dar una mano en casa.
- Aprende a gestionar tus emociones. Educar a un niño también es un proceso de autoaprendizaje. Habrá situaciones en las que necesitarás contar hasta 10, o hasta 100. Por eso, es importante que asumas la maternidad o la paternidad como una oportunidad para crecer y aprender a gestionar mejor tus emociones negativas.
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