La cama de los padres: un rincón especial que lo cambia todo
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Son muchos los niños que buscan siempre “colarse” en la cama de los padres, pese a que estos les hayan repetido en reiteradas ocasiones que deben aprender a dormir solitos en la suya. Además, muchos de estos padres han intentado llevar a cabo innumerables estrategias con el fin de acostumbrar a sus hijos a dormir en su propia cama. En la mayoría de los casos, los resultados no suelen ser los esperados: los niños lloran, tienen dificultades para dormir y aprovechan cualquier oportunidad para escaparse. Pero, ¿por qué sucede esto exactamente? Os contamos por qué la cama de los padres es la mayor tentación para los más pequeños de la familia.
El efecto de la cama de los padres: donde todos los miedos desaparecen
Los niños siempre buscan el contacto físico, la atención y el afecto de los padres. El apego que se crea entre ellos es de los más fuertes que van a disfrutar en la vida, además de ser el que les permitirá crecer y desarrollarse correctamente. Por ello, los niños siempre buscan compartir su espacio con los adultos: es, para ellos, su zona de confort. Y, la cama de los padres, especialmente.
Cuando los niños intentan quedarse en la cama de los padres, lo hacen con una sola finalidad: estar a su lado y sentirse seguros. Es el espacio en el que pueden descansar sintiéndose protegidos por sus referentes, las personas en las que más confían. Así no debería resultarnos extraño que los niños, cuando comparten cama con sus padres, tengan menos pesadillas, se levanten menos por la noche y, por ende, descansen mejor.
Sin embargo, esta protección no es el único motivo por el que los niños rechazan, con todas sus fuerzas, abandonar la cama de sus progenitores: el amor. El amor que los padres les demuestran, la calidez de sus abrazos y sus besos son todo para ellos. El contacto físico que tienen a la hora de dormir les ayuda a segregar hormonas de la felicidad, las que nos permiten establecer vínculos sanos.
Esta seguridad que los niños sienten al dormir con sus padres, sumado al bienestar que les aporta el contacto físico, es la principal razón por la cual rechazan su propia cama. Pero, ¿realmente es un problema?
Dormir con los niños: ¿realmente es tan malo?
Son muchas las voces que se han pronunciado al respecto, pero divididas: no hay una posición única sobre ello y mientras que algunos pediatras aconsejan fervientemente acostumbrar a los niños a dormir solos, otros (incluso algunos estudios) defienden los beneficios que conlleva compartir este espacio. Entonces, ¿qué es mejor?
Lo primero que debe quedar claro es que los niños no se van a malacostumbrar a dormir con los padres. De hecho, a medida que vayan creciendo, irán buscando su independencia hasta el día en el que van a dormir solos voluntariamente. Entonces, ¿es acertado querer acelerar un proceso tan vital para ellos?
Por otro lado, hay quienes defienden que los niños que duerme en la cama de los padres son niños más vulnerables, menos atrevidos, menos confiados. Tampoco hay estudios al respecto que lo demuestren. De hecho, son muchas las familias que pueden avalar que sus hijos, quizá ya adultos, no son para nada indecisos ni dependientes. De hecho, la mayoría de ellos llevarán una vida normal con relaciones saludables.
Finalmente, es importante resaltar que el colecho no tiene un impacto negativo en la relación de pareja. Por mucho que haya quien abogue por acostumbrar a los niños a dormir solos para que la relación de los padres sea mejor, la realidad es bien diferente. Muchos padres duermen con sus hijos hasta los 9 o 10 años y su relación no se ha visto truncada por ello.
Con todo, no se ha podido demostrar que el colecho afecte a todos los niños por igual y tenga las mismas consecuencias. Por ende, la decisión de que el niño duerma en la cama de los padres deberá tomarse en familia. Cada padre conoce a su hijo y fijarse en sus necesidades es lo que avalará la decisión que tomen.
Aprovechar la infancia: la prioridad de la familia
Dicho lo anterior, si hay algo que debemos tener claro es que nuestros hijos no siempre serán pequeños. Nos guste o no van a crecer, van a tener sus propias amistades y van a reclamar, más pronto o más tarde, su espacio individual. Entonces, si ya sabemos que esto pasará, ¿por qué no dejamos de discutir con ellos para que duerman en su cama y aprovechamos este momento? Sentir que los niños quieren estar a nuestro lado, que nos busquen y que quieran pasar tiempo con nosotros también nos hace un gran bien.
La cama de los padres es como un templo para los más pequeños de la familia: su espacio seguro, su espacio de amor. Por ello, antes de empezar a usar técnicas para acostumbrar a los niños a dormir solos, quizá deberíamos tomar en consideración esta necesidad de nuestros hijos. ¿Realmente queremos apartarlos de nosotros o nos interesa crear un vínculo afectivo sano y fuerte? Claro que hay momentos en los que sería mejor que la cama de los padres quedase, solamente, para ellos. Pero, siempre se puede encontrar un buen equilibrio: solo es necesario valorar todos los momentos, tener en cuenta que nuestros hijos no siempre serán pequeños y qué nos aporta a nosotros este contacto con ellos.
- Mileva-Seitz, V., Luijk, M., van Ijzendoorn, M., Bakermans-Kranenburg, M., Jaddoe, V., Hofman, A., Verhulst, F., & Tiemeier, H. (2017). Association between infant nighttime-sleep location and attachment security: No easy verdict. Infant Mental Health Journal, 38(6), 723-743. https://doi.org/10.1002/imhj.21659
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