Salud

Autismo leve y severo

Diferencias entre el autismo leve, moderado y severo

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Autismo leve y severo
Jennifer Delgado

Jennifer DelgadoEducadora, psicóloga y psicopedagoga

Cada vez son más los niños que reciben un diagnóstico del espectro autista. Según apuntan las estadísticas, entre el 7 y 8% de los niños en edad escolar padecen este trastorno. En sentido general, se trata de un conjunto de alteraciones que afectan la esfera de los intereses y actividades del niño, así como su capacidad para comunicarse. Sin embargo, al contrario de la creencia popular, todos los niños con autismo no tienen el mismo nivel de funcionamiento cognitivo, psicológico y social.

De hecho, la comunidad científica ha realizado diferentes clasificaciones de los trastornos del espectro autista, que van desde los trastornos de funcionamiento leve y moderado, hasta las alteraciones más severas.

Por lo general, a los niños que padecen un autismo severo se les dificulta lograr cierto grado de independencia, incluso en la vida adulta. Al contrario, los niños que padecen un autismo leve son capaces de desarrollar su vida de forma independiente. Sin embargo, esta no es la única diferencia entre el autismo leve y el severo, existen muchas más.

Funcionamiento cognitivo

Generalmente, los niños con autismo suelen desarrollar destrezas cognitivas en un área particular, como puede ser el arte, la música o las matemáticas. Además, los niños que sufren un autismo leve conservan una inteligencia normal o incluso superior a la media. Por eso, suelen obtener buenas calificaciones en las pruebas de inteligencia, a pesar de que a veces pueden presentar dificultades para enfrentar tareas de la vida cotidiana, sobre todo las que demandan tomar decisiones rápidas o implican un cambio en sus rutinas.

En el autismo severo también se evidencian problemas para adaptarse a los cambios pero, a diferencia del autismo leve, estos niños presentan niveles muy bajos del funcionamiento cognitivo, que a veces limitan o coexisten con una disfunción intelectual. De hecho, no es extraño que obtengan puntuaciones por debajo de los 70 puntos en las pruebas de inteligencia, lo que indica que su coeficiente intelectual es bajo.

Autismo leve

Habilidades comunicativas

Uno de los problemas más frecuentes en el autismo son las dificultades en la comunicación. No obstante, quienes padecen un autismo leve son capaces de desarrollar diferentes habilidades verbales, a pesar de que pueden tener algunos problemas en la comunicación funcional. Es decir, estos niños dominan el vocabulario, las conjugaciones y las estructuras gramaticales pero en determinadas situaciones pueden tener dificultades para expresar lo que quieren decir.

Al contrario, en el autismo severo se aprecian serios problemas para aprender las palabras y comprender su significado, así como para usar correctamente las estructuras gramaticales. De hecho, según los informes de Autism Speaks, cerca del 25% de los niños que sufren un autismo severo no logran comunicarse de forma verbal.

Relaciones sociales

Otra de las peculiaridades del trastorno autista son las dificultades para relacionarse con los demás. Sin embargo, en el autismo leve este problema muchas veces pasa desapercibido porque, en realidad, estos niños logran comunicarse, su principal dificultad radica en que no siempre son capaces de captar las sutilezas de la interacción social (como el tono de la voz, el contacto visual, el lenguaje corporal y la empatía).

Los niños con autismo severo no son capaces de relacionarse con los demás porque están sumidos en su propio mundo. De hecho, la mayoría de las veces no son conscientes de lo que dicen o hacen las personas que se encuentran a su alrededor, y a menudo es necesario un gran esfuerzo para llamar su atención.

Comportamiento y movimientos estereotipados

En el imaginario popular se ha extendido la creencia de que los niños con autismo se distinguen por sus conductas repetitivas. Sin embargo, la realidad es diferente ya que, aunque es cierto que en algunos casos aparecen manierismos y movimientos estereotipados muy marcados, en otras ocasiones apenas se notan. De hecho, en el autismo leve no suele haber una conducta repetitiva evidente.

Al contrario, en el autismo severo a los niños les resulta difícil controlar los movimientos estereotipados, aunque estos afecten sus actividades cotidianas o a las personas que lo rodean. De hecho, cuando se sienten frustrados ante un cambio de rutina o se sienten agobiados, pueden ser incapaces de regular su comportamiento e incluso pueden llegar a hacerse daño.

El diagnóstico precoz y el tratamiento adecuado pueden mejorar el pronóstico

El trastorno autista tiene una fuerte determinación genética que influye en el desarrollo de los síntomas y la gravedad de los mismos. No obstante, se ha demostrado que el nivel de funcionamiento del espectro autista puede variar cuando se aplica el tratamiento adecuado y si se implementa de forma temprana. De hecho, un estudio publicado en la revista Pediatrics afirma que una intervención temprana puede mejorar el coeficiente intelectual de las personas con autismo en un promedio de 17,6 puntos. Asimismo, es posible atenuar los problemas de adaptación, las dificultades sociales y los problemas del lenguaje.

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