Aprender a no gritar a los niños
Los gritos nunca deben formar parte de la crianza: sus consecuencias afectan tanto a niños como adultos.
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Los gritos, pese a que pueda parecer lo contrario, no ayudan para nada en la crianza. Un niño al que siempre se le grita desarrollará una personalidad agresiva hacia los demás niños o, por el contrario, puede acabar siendo una persona sumisa a quien será fácil de manipular tanto en la adolescencia como en su edad adulta. Además de las consecuencias psicológicas de los gritos, esta práctica también interfiere en el correcto funcionamiento de la familia. Así, es fundamental aprender a comunicarse con los niños de una forma asertiva y establecer límites claros desde una edad muy temprana.
Gritos en casa: ¿qué nos lleva a esta situación?
Normalmente, cuando se dan gritos en casa es porque los padres buscan una conducta en los niños a la cual estos se resisten. Cuando se dan situaciones estresantes en la familia resulta casi imposible lidiar con ellas sin recurrir a los gritos: es una reacción humana de lo más natural, aunque esto no significa que ayude a mejorar una determinada situación.
¿Cómo evitar los gritos en casa?
Los padres estamos sometidos a situaciones de lo más estresantes, las cuales pueden interferir directamente en la manera en la que nos relacionamos con nuestros hijos. Es fácil, en determinadas ocasiones, acabar gritando a los niños, lo que no mejora las relaciones familiares, sino todo lo contrario: fomenta un alejamiento que no beneficia a ninguna de las partes. Para evitar estos conflictos y el empobrecimiento de los vínculos familiares, hay una serie de técnicas que podemos poner en práctica ante estas situaciones:
Tiempo para la reflexión
Tomarnos un tiempo para calmarnos antes de reaccionar nos permitirá serenarnos y abordar la situación desde la calma y la tranquilidad. Por ello, cuando nos sintamos enojados o estresados debemos tomarnos unos minutos para respirar profundamente y relajarnos antes de hablar con los niños.
Utiliza un tono de voz más bajo y calmado
A cuanto más gritemos nosotros, más rechazo vamos a encontrarnos por parte de nuestros hijos. Por ello, podemos intentar hablar en voz baja y suave, incluso si estás tratando de hacer un punto importante. Mantener la calma es fundamental para tratar cualquier tema y ser capaces de verlo desde diferentes puntos de vista.
Emplea la empatía
La empatía es una pieza fundamental a la hora de reducir los gritos en casa. A veces, los padres no tomamos en serio lo que nos dicen los niños o no le damos la importancia que estos se merecen. En este sentido, ponernos en su lugar nos ofrecerá una perspectiva muy diferente, comprenderemos mejor al niño y podremos relacionarnos con él de una manera mucho más efectiva.
Practica la comunicación asertiva
La comunicación es el pilar fundamental de la familia. Es importante, pues, aprender a comunicarnos abierta y sinceramente y hacerlo siempre desde la calma. Podemos expresar nuestros sentimientos de una clara y directa, sin caer en los gritos y la imposición. Del mismo modo, debemos enseñarle al niño cómo comunicarse también sin necesidad de recurrir a los gritos, algo para lo que nosotros debemos ser ejemplo.
Establece límites claros y consistentes
Los límites deben estar presentes en la vida del niño desde el primer momento. Estos deben ser claros y los niños deben conocerlos, así como las consecuencias de no cumplirlos. Además, debemos ser consistentes y mantener los límites tanto en casa como fuera de ella.
Buscar apoyo y ayuda si es necesario
Hay ocasiones en la vida en la que todo se nos hace un mundo y pueden llevarnos a actuar de maneras poco lógicas o colaborativas. En estos momentos, en los que nos sentimos al límite, buscar un buen apoyo resulta de gran ayuda. Podemos refugiarnos en la pareja, en los padres o, incluso, buscar ayuda profesional que nos permita lidiar con el estrés u otros sentimientos de una forma más efectiva.
Normas de la familia
Las normas de la familia también deben estar claras y todos los miembros deben cumplirlas. No podemos esperar que un niño obedezca si los padres, o hermanos mayores, no somos ejemplos o no estamos sujetos a las mismas normas. Por este motivo, es importante reflexionar muy bien antes de establecer el funcionamiento de la familia.
Analizar el entorno del niño
Cuando nos encontramos con un niño desafiante siempre resulta interesante fijarnos en su entorno. Las influencias que nuestros hijos reciben no vienen solo del hogar, sino que pueden venir de la escuela o de otros entornos. Por este motivo, cuando nos vemos gritando a los niños varias veces por el mismo motivo o por la misma conducta, debemos analizar quién puede estar influenciando, o propiciando, este comportamiento.
Actividades deportivas
Practicar deporte es esencial para mejorar la salud, tanto física como mental. En este sentido, añadir un poco de deporte a nuestras rutinas puede ayudarnos a manejar mejor estas situaciones tan estresantes. Así mismo, podemos practicar deporte en familia, lo que nos permitirá fortalecer los vínculos con los niños.
Niños desafiantes
En la crianza siempre hay momentos en los que los niños no van a querer cumplir con las normas y los padres deberemos reforzarlos para conseguir un cambio en su conducta. Sin embargo, estas situaciones puntuales nada tienen que ver con un niño con una personalidad desafiante. Si sospechamos que puede ser así, lo más indicado es acudir a un terapeuta profesional.
Los gritos, aunque no lo parezca, están incluidos dentro de las prácticas consideradas como abusivas y no solo en la educación infantil. Pese a que es una reacción de lo más humana, las consecuencias afectan la autoestima de los niños. Generar una situación de desigualdad mediante los gritos, no solo favorecerá el debilitamiento de los vínculos familiares, sino que también alterará la salud de la familia en general.
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