Anciana de 98 años se muda a la residencia de su hijo de 80 para cuidarle
Nunca se deja de ser madre
[mashshare icons=»1″]
El amor de una madre por un hijo no tiene límites. No importa cuáles sean las circunstancias de la vida que lo que realmente importa en una madre es el bienestar de sus hijos, saber que están bien… Y es que mientras una madre tenga aliento, luchará y velará por sus hijos, porque una mujer se convierte en madre desde el momento en que sabe que está embarazada y seguirá siéndolo mientras tenga vida en este mundo.
Ada Keating
Ada Keating, es una mujer de 98 años que sabe lo que es el amor más profundo, el amor de una madre por sus hijos. Lo habitual es que por ley de vida, sean los hijos los que deban cuidar a sus padres a medida que envejecen, ya que los años pesan y la vejez suele llegar con problemas de salud que deben ser atendidos diariamente para mejorar el bienestar de las personas mayores.
Pero en el caso de Ada es al revés. Ella se ha mudado a una residencia de ancianos para cuidar a su hijo, de 80 años. Su hijo se llama Tom y ambos, son los protagonistas de la residencia ya que siempre están juntos y al ser una situación anómala, aún llaman más la atención y los cuidadores intentan que estén cómodos y felices a causa de su avanzada edad.
Nunca dejas de ser mamá
Esa es la realidad que Ada comentó a los medios de comunicación y es que nunca dejas de serlo. Tom fue decorador y pintor, pero nunca se casó y siempre vivió con su madre. Están acostumbrados a pasar el tiempo juntos y les encanta estar el uno al lado del otro. Ada fue enfermera y su marido ya murió hace mucho, pero junto a él tuvieron nada menos que 4 maravillosos hijos.
Ada se trasladó a la residencia de su hijo justo después de que pasase un año desde que le ingresaron por primera vez, ya que tiene un estado de salud delicado y ella desde casa no podía atenderle bien puesto que necesita una atención especializada con cuidados específicos. Ada, desde la residencia quiere estar por y para su hijo y vivir el resto de tiempo que le queda de vida al lado de la persona más importante para ella desde hace ya 80 años: su hijo.
El amor incondicional que sienten el uno por el otro se puede ver muy claro en algunas conversaciones que tuvieron con una enfermera de la residencia. Son adorables y el amor que sienten el uno por el otro es innegable:
Ada dijo a una enfermera:
– “Le digo buenas noches a Tom en su habitación todas las noches y siempre voy a darle los buenos días”.
Por su parte Tom también comentó:
– “Estoy feliz de ver a mi madre más tiempo y que ahora vive aquí conmigo”, “A veces dice que me comporte, pero es muy buena cuidando de mi”.
Como podéis comprobar tanto el amor como el papel de una madre dura para siempre y este ejemplo lo deja muy claro. Si eres madre seguro que comprenderás este amor tan profundo e incondicional que siente Ada por sus cuatro hijos y cómo fue a la residencia a vivir con su hijo para que no estuviera allí solo y poder pasar el resto del tiempo que les queda, juntos.
Comentarios