¿Cómo meditar con tus hijos? La meditación paso a paso
Descubre el poder transformador de la meditación en la infancia: cómo esta ancestral práctica puede mejorar la inteligencia emocional, el rendimiento académico y la calidad de vida de tus hijos.
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En una sociedad que prioriza la inmediatez y la gratificación instantánea, los niños apenas tienen tiempo para descubrir sus emociones y conectar consigo mismos. De esta manera terminan convirtiéndose en adultos que no saben gestionar sus sentimientos y a los que les cuesta disfrutar plenamente de su entorno. Por eso, si queremos educar a niños felices, con una autoestima sana y equilibrados emocionalmente, es importante enseñarles a conectar consigo mismos. ¡Y nada mejor para conseguirlo que a través de la meditación!
¿Qué es la meditación?
La meditación es una práctica mental y espiritual que existe desde hace miles de años, aunque no ha sido hasta hace poco que el mundo occidental ha empezado a redescubrir sus beneficios. Básicamente, se trata de un estado de atención plena, ya sea sobre un objeto externo, el pensamiento, la respiración o la concentración en uno mismo, cuyo principal objetivo consiste en promover una conciencia del aquí y el ahora.
Aunque existen diferentes tipos de meditación, la mayoría de las técnicas se centran en el estado emocional y el autocontrol. Su propósito es conseguir un estado de conciencia plena sobre lo que se percibe y se siente en el presente. En el ámbito de la Psicología, la meditación también se enfoca en potenciar la comprensión de los procesos psíquicos internos, como el pensamiento, la atención y las emociones, como recurso para fomentar el autoconocimiento.
Los beneficios de la meditación para los niños
Aprender a meditar es un ejercicio ideal para ayudar a los niños a descubrir sus emociones y conocer sus sentimientos. Esta sencilla técnica también les ayuda a liberar el exceso de tensiones y mantiene a raya la ansiedad. De hecho, su práctica habitual fomenta las emociones positivas y favorece un estado de calma interior. Además, es un excelente ejercicio para estimular la inteligencia emocional.
Meditar también es un buen recurso para potenciar el autocontrol, reducir el estrés y fomentar la empatía, por lo que se recomienda para los niños que sufren un trastorno oposicionista desafiante o tienen comportamientos agresivos. Una investigación realizada por psicólogos de la Universidad de Chicago en la que participaron más de 270.000 niños de 213 colegios donde se habían implementado programas de meditación reveló que esta práctica mejoraba las habilidades sociales y emocionales de los niños.
Sin embargo, la meditación no es solo una práctica para calmar a los niños y enseñarles a regular sus emociones, sino que también tiene implicaciones en su desarrollo cognitivo. ¿Sabías que los niños que practican meditación tienen una atención más focalizada y se concentran mejor en la realización de las tareas? De hecho, la meditación es una herramienta excelente para atenuar los síntomas de falta de concentración e hiperactividad en los niños que padecen TDAH, como reveló un estudio realizado en la Universidad de Udine.
En gran parte, esto se debe a los cambios que genera la meditación a nivel cerebral, sobre todo en las regiones relacionadas con el procesamiento de la información sensorial, el pensamiento y la toma de decisiones. Así lo corroboró un estudio realizado en la Universidad de Harvard en el que se encontró que cuando se practica meditación, se produce un ligero engrosamiento en algunas áreas de la corteza cerebral, sobre todo en aquellas relacionadas con la regulación emocional, la memoria y el aprendizaje.
Esto significa que algunas zonas del cerebro se desarrollan más rápido mientras medita, lo cual no solo estimula la maduración cerebral de los niños, sino que les ayuda a aprender más rápido y mejor. Por lo que no es extraño que los pequeños que aprenden a meditar tengan un rendimiento académico mejor y desarrollen estrategias de aprendizaje más eficaces.
Cinco pasos clave para enseñar a tus hijos a meditar
1. Empieza por la respiración
Aprender a regular la respiración es clave en cualquier práctica de meditación, por lo que debe ser lo primero que enseñes a los niños. Pídeles que respiren lentamente, inspirando por la nariz y expirando por la boca. Para facilitarles la tarea, puedes recomendarles que coloquen una mano sobre su estómago para que sientan cómo se infla y desinfla con cada respiración. Es probable que al inicio les resulte complicado, pero a medida que vayan ganando destrezas aprenderán a regular su respiración con facilidad.
2. Corrige la postura
La postura es otro factor importante que los niños deben controlar cuando meditan. Lo ideal es meditar sentados en el suelo, con la espalda recta, la cabeza erguida, las piernas cruzadas pero sin superponerse y las manos encima de ambas rodillas. Sin embargo, es natural que a los niños les resulte difícil mantener esta postura durante mucho tiempo, por lo que debes ser flexible en este sentido. Al final, lo importante es que tus hijos se sientan cómodos mientras practican la meditación.
3. Utiliza objetos externos
Centrar la atención en la respiración o los estímulos sensoriales puede ser muy complicado para los niños, sobre todo si están dando sus primeros pasos en la práctica de la meditación. Una buena alternativa para ayudarles a focalizar su atención y evitar que se distraigan con los estímulos del entorno es pedirles que se concentren en un objeto. Puede tratarse de una piedra, un jarrón o un dibujo, la idea es que los peques focalicen su atención en ese objeto durante al menos 5 minutos. Cuando ya sean capaces de centrar su atención en un objeto externo durante 10 minutos o más, estarán preparados para focalizarse en sus propias emociones y sensaciones.
4. Recurre a la imaginación
La meditación es un momento perfecto para ser creativos y dejar volar la imaginación. Piensa en un paisaje bonito y descríbeselo al niño, haciéndole partícipe de la experiencia. Si se trata de un entorno marino, descríbele cómo el agua tibia del mar toca sus pies mientras que si se trata de un ambiente selvático, puedes detallar cómo las hojas de los árboles rozan su piel. Hazle notar también los olores y otros estímulos que le ayuden a recrear el lugar e imaginar que realmente se encuentra allí. Otros recursos igualmente eficaces son las melodías relajantes o los mantras.
5. Da el ejemplo
No hay mejor manera de enseñar a meditar a los niños que haciéndolo junto con ellos. Por tanto, si quieres motivar a tus hijos a que mediten, siéntate con ellos y demuéstrales cómo se hace. Al menos las primeras veces, es importante que les vayas describiendo cada paso mientras ya que es muy fácil pasar por alto detalles importantes como la postura o la respiración. Una vez que los niños dominen la técnica, limítate a dar orientaciones más concretas para que puedan concentrarse sin distracciones.
- Santonastaso, O. et. Al. (2020) Clinical Application of Mindfulness-Oriented Meditation: A Preliminary Study in Children with ADHD. International Journal of Environmental Research and Public Health; 17(18):6916.
- Durlak, J. A. et. Al. (2011) The impact of enhancing students’ social and emotional learning: a meta-analysis of school-based universal interventions. Child Development; 82(1): 405-432.
- Hölzel, B. K. et. Al. (2011) Mindfulness practice leads to increases in regional brain gray matter density. Psychiatry Research: Neuroimaging, 191(1): 36–43.
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