Los abrazos educan más y mejor que cualquier castigo
No hay nada más poderoso en el mundo que un abrazo
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Un abrazo dice más que mil palabras. Nos reconforta y nos hace sentir bien. Un abrazo nos hace sentir comprendidos sin tener que hablar, agradecidos de que otro nos transmita su amor con este gesto tan cercano y lo mejor de todo, nos sentimos acompañados en esos días en los que la soledad nos acecha para hacernos sentirnos mal. Los niños también necesitan abrazos para tener un desarrollo emocional equilibrado y por eso, debes saber que los abrazos educan más y mejor que cualquier castigo.
Sí, a veces, un abrazo funciona mejor ante una rabieta o mal comportamiento que un castigo punitivo. Es por eso, que antes de castigar sin más a un niño, debes comprender qué hay detrás de ese comportamiento y qué es lo que realmente necesita para poder sentirse mejor, y así, tener un comportamiento acorde a sus emociones.
La punta del iceberg
El comportamiento de un niño solo es como la punta de un iceberg. Lo que no se ve son todas esas emociones que no sabe gestionar. Necesita la guía comprensiva de su adulto de referencia para comprenderse, gestionar esa emoción y saber cómo comportarse de una forma saludable emocionalmente.
Un mal comportamiento es una forma que tienen los niños para decirnos que no están bien pero que no saben expresarlo de otro modo. Ya sea un mal comportamiento, una rabieta, agresiones a otros niños o hermanos… hay que mirar lo que se esconde en la parte inferior del iceberg a través de la comprensión, la empatía y sobre todo, la conexión emocional. Evitando a toda costa los gritos, los castigos o ignorar ese comportamiento (que sería como ignorar que al niño le ocurre algo y no queremos hacerle caso).
Poner palabras a las emociones
Es fundamental enseñar a los niños a poner palabras a lo que sienten para que así, sabiendo qué emoción están sintiendo, les sea más fácil gestionar esas emociones. Si un niño sabe qué le pasa, sabrá qué significa esa emoción y qué debe hacer para poder sentirse mejor sin que esa emoción negativa le domine y le haga sentir mal.
Para ello, debes enseñarle a expresar cómo se siente, a que se comunique contigo asertivamente y sobre todo, a que comprenda que lo que le ocurre es normal. Las emociones son normales, pero el comportamiento inadecuado no se puede tolerar y por eso, hay que saber cómo expresar esa emoción de una forma adecuada.
Tienes que comprender a tu hijo desde el respeto, el amor y siempre, desde el acompañamiento. Piensa en primer lugar en su bienestar emocional y físico, así como en su personalidad y cuáles son las herramientas necesarias para poder educarle en disciplina positiva. Esto le repercutirá directamente en su futuro, por eso, su presente es tan importante.
Los castigos solo generan miedo y tensión, además de que aumentan el rencor y matan la comunicación entre padres e hijos. Si respondes a una necesidad emocional de tu hijo con gritos o castigos, puede que su mala conducta cese en ese instante, pero no habrá aprendido lo correcto. Solo aprenderá a tenerte miedo y que las amenazas, los gritos y los malos modos es la forma normal de comunicarse con otros cuando se tienen emociones negativas. ¿Eso es lo que quieres para tus hijos?
Los gritos, las amenazas, los castigos… todo eso aumentará la inseguridad en tus hijos, se sentirán asustados, estresados, no confiarán en ti ni en sí mismos, no habrá comunicación familiar, el vínculo emocional se romperá, la autoestima de tus hijos se quebrantará… todo esto afectará a su felicidad y a su crecimiento y desarrollo personal.
Que no te falte el abrazo
En lugar de forzar una ruptura de relación y vínculo emocional entre padres e hijos por culpa de los castigos, es mejor que te centres en responder con un abrazo y conectar con tu hijo sin dañarle ni hacerle sentir mal. Debes acompañar a tu hijo como su guía emocional desde el respeto. Cuando le abrazas no estás aprobando su mal comportamiento, haces algo más importante:
Con un abrazo le acompañas emocionalmente y haces que se sienta conectado contigo y con la confianza de poder comunicarte cómo está en cada momento.
Para conseguir esto y que tu hijo se sienta bien, tendrás que enseñarle a cambiar su perspectiva y su comportamiento y para ello, debe estar calmado y receptivo. El abrazo es la mejor manera de conseguir esto… porque se sentirá querido y salvado, sin estrés y sin miedo. Tus brazos serán su refugio siempre que lo necesite y ése es el mejor regalo que le puedes hacer.
Es importante que nunca abraces a tu hijo en contra de su voluntad. En caso de que no quiera que le abraces en algún momento determinado, respétalo. Acompáñale estando a su lado si quiere y dile que cuando quiera, tendrá tu abrazo para sentirse reconfortado y así encontrar una solución juntos para que esté mejor.
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